viernes, 20 de diciembre de 2013

Ana, Dependiente y Cuidadora



Hasta hace dos años mi vida aún siendo dependiente era de lo mas normalizada creo que más normal que muchas de las que viven creyendo que tienen una vida "normal". Dependía de mi pareja, y esta de mi, como la mayoría de las parejas la una de la otra, salíamos, quedábamos con los amigos, con la familia, hacíamos la compra e íbamos donde nos parecía, con nuestro coche,e incluso trabajamos para comprarnos nuestro   apartamento, todo dentro de lo que hoy llamamos normal.
Pero, el 24 de mayo ingresaron a mi pareja tras un largo peregrinar de idas y venidas al médico y urgencias, los niveles de gases en el pulmón eran muy altos, creímos que llegamos a tiempo, pero sólo llegamos a tiempo... El 25 a las 7 de la mañana sufría un paro cardio respiratorio, 20 días en la UCI, y una gran pelea por la vida. Los partes de la primera semana eran muy desesperanzadores, entubación y desentubación para ver si podía respirar por sí solo pero el resultado no era el esperado, tuvimos que tomar una dura decisión y la única que le salvaría la vida,
había que hacer la traqueotomía o decidir morir. Fue el peor día de este cambio para nuestras vidas, nos dieron un fin de semana para decidir sobre la vida. En aquel momento yo lo tenía muy claro solo Dios tiene derecho a llevarnos de este mundo si Él nos da la vida que él nos la quite, Juan ya había
decidido, "no quería vivir" dependiendo de los demás, pero yo no podía permitir que la vida que compartíamos se rompiera tan pronto. Si habíamos llegado al hospital, si había respondido a la reanimación, eso tendría un sentido porque si, no pasan las cosas. Así que, cuando la doctora me
dijo: Juan ya ha tomado su decisión el lunes volveré a preguntarle..., fue como si me echasen un jarro de agua fría, pero reaccioné rápido y le contesté: Ud. ha hecho su trabajo ahora déjeme a mí hacer el mío. Llamé a su hermana y le pedí ayuda porque yo sola sabía que no podría hacerle
cambiar de opinión y sabía que necesitaría apoyo físico no sabía cuál sería la situación al salir de la UCI. Por supuesto conté con ella.
       Me tragué las lágrimas y entré a hablar con Juan, creo que nunca he hablado tanto como en aquellos días hablaba y, hablaba tanto que me sorprendía yo misma, creo que nunca hemos tomado una decisión tan acertada. Decidimos la vida, una vida un poco diferente y con alguna dependencia pero la vida. Ahora llegaban los miedos, ¿seré capaz de ayudarle?, ¿podré con lo que se nos viene encima?, no sabíamos cuál sería su situación al salir de allí, si podría comer, si podría hablar, todo era una incógnita. Pero ni me lo planteaba. Mi enfermera me decía Ana tú no puedes y yo le decía, me lo traigo a casa, sea como sea me lo traigo.
       Tres meses en San Rafael, en la unidad de ventilación para aprender a manejar las máquinas, son varias y cada una hace una función, hasta que los médicos decidieron que estábamos preparados para ayudarle. Por fin el 31 de agosto volvimos a casa...
       Llena de miedos, la primera noche creí que me daba algo solos en casa pensaba y si se para la máquina y si le pasa algo, pero pensé si hemos decidido vivir, tiene que ser en casa no en un  hospital porque eso no es lo que yo le prometí a Juan en la UCI. Ya llevamos dos años. Creo que muy bien llevados.
       Juan depende de un respirador, que le ayuda a respirar porque sus pulmones no están bien y hay que darles un empujoncito para seguir trabajando, el cuidado es 24 horas, a veces más... El día a día pues a veces es complicado no tenemos tiempo más que para estar tras sus cuidados
otros días sin embargo nos podemos permitir el lujo de salir a pasear y tomarnos algo con los amigos.
       El día comienza muy temprano, a las 8 de la mañana viene la auxiliar, le asea y yo le ayudo a algunas cosas, selevanta y empezamos a funcionar, a mi también tienen que
ayudarme a ponerme los aparatos y ya casi parezco una mujercilla, le curan la traqueo esto es diario, y yo ya le preparo el primer aerosol son tres al día si todo va bien si no
pueden ser 4 o 5 depende de cómo se encuentre, después viene otra máquina que la llaman la tos, esta le provoca la tos y hace que salgan todas las secreciones, y después le aspiro. Si todo va bien, después de desayunar suele salir a dar un paseo con su fiel amigo, nuestro perro Miko. Y yo aprovecho para preparar la comida y recoger un poco la casa, en cuanto vuelve a veces es tan rápido que no me da tiempo a nada, pues otra vez la tos o aspirarle o lo que necesite, y así todo es como un círculo si todo va medio controlado tenemos algunas horas de plazo entre un aerosol y otro y si el día es complicado no da tiempo a nada y a veces recojo la cocina a las 5 de la tarde pero eso es lo que menos me importa lo importante es que Juan esté bien, así llegamos a la
noche que viene alguno de su familia para ayudarle a ir a la cama, y montamos todo un arsenal jajaja. La cama parece un hospital, las sondas el aspirador, el lambu. De todo por si me hace falta, porque yo no me puedo levantar, todo tengo que hacérselo desde la cama tengo que tener de todo por si acaso, si todo va bien podemos descansar, si la cosa se complica habrá que aspirarle unas cuantas veces durante la noche. Y así damos paso a un nuevo día.
       He recibido mucho apoyo de mis enfermeras Manoli e Inma, aparte del estrictamente sanitario también apoyo psicológico que por diferentes motivos a lo largo de estos dos años he necesitado.
       Sobre todo lo que me gustaría que os quedaseis de este relato de nuestro día a día es que a pesar de las dificultades a pesar de todos los problemas y muchas más cosas que no habría tiempo de contar, estoy más que contenta de ser la pareja de Juan de poder darle mi apoyo y mi ayuda y lo único de lo que me podría lamentar es de no poder ayudarle más de lo que le ayudo.


Ana Cabrerizo