miércoles, 7 de junio de 2017

CAPERUCITA Y SUS AMIGOS

Érase una vez que iba  un día Caperucita andando por el bosque cuando vio acercarse a su amigo Pinocho con un cesto en la mano.
   -¿Dónde vas amigo? –-le preguntó ella—.
    -A coger nubes. –respondió  él, al tiempo que le crecía un poquillo la nariz—.
    -¡Ejem, ejem!  --exclamó Caperucita--.
    -Bueno, voy a coger moras para  una tarta que  papá Geppetto y yo haremos      
     mañana. –contesto Pinocho -- ¿Y tú dónde vas?
   -A llevarle a mi abuelita dulces y unos libros. Podemos ir juntos,  si quieres.

Y allá van los dos, caminando por el bosque, charlando y recolectando moras animadamente.
Cuando  tenían el cesto con bastantes  moras, se encontraron a los tres cerditos muy ajetreados, y como haciendo mudanza. Por allí se veían dos casitas, una de paja y otra de madera, destrozadas, a lo que parecía, por un pequeño tornado; mientras otra casita, esta de ladrillo, más amplia y confortable, permanecía en pie, inmutable. Uno de los cerditos, mientras se afanaba ayudando a los otros a mudarse, les decía:

   -Tranquilos, en mi casita hay sitio para que vivamos los tres juntos, no lloréis.
   -Lloramos por lo estúpidos e ignorantes que fuimos no dándonos cuenta  de   
    que nuestras casas, una de paja y otra de madera, y construidas de prisa y
    sin esfuerzo,  no eran seguras y se caerían al primer ataque de mal tiempo    
    que se presentara. Hemos aprendido que el esfuerzo, el trabajo y la
    constancia son muy importantes en la vida.  –dijeron al unísono y medio
    llorando los dos cerditos ”flojillos”--.

Caperucita y Pinocho decidieron echarles una mano en la mudanza, pues el cesto de Pinocho estaba casi repleto de moras y aún era temprano. Con su ayuda,  el traslado y acomodo de las pertenencias de los dos cerditos, estuvo terminado en un periquete. Siendo esto así, los tres cerditos decidieron acompañar a Caperucita y Pinocho a casa de la abuelita de la niña, que se encontraba al final del gran bosque.
Cuando avistaron la pequeña y apacible casita de la abuela, vieron a ésta sentada en el porche, con un pie vendado y apoyado en otra silla, y enfrente, sentado cómodamente, a un gran lobo. Al acercarse oyeron su animada y a la vez reposada charla. Cuando la abuelita les vio, dijo a su nieta:

   -Pasad, pasad, cariño, tú y tus amiguitos. Sentaos todos y serviros té y    
    pasteles.  Hace un rato, mientras fregaba mi casa, resbalé y me caí;   pedí  
    socorro porque no podía levantarme sola. Entonces acudió  este lobo del
    bosque y me ayudó a levantarme. Luego, con su apoyo, me senté aquí y me
    ayudó a vendarme el tobillo con un emplaste que me enseñó una vieja    
    gitana. Después le he invitado a un té y pasteles para agradecerle  que me
    haya socorrido tan amablemente.  

Y todos juntos siguieron tomando té y pasteles en agradable y animada conversación.
Y colorín, colorado……. 
                                                       ______o_____

Seguramente habremos oído otras versiones de las historias  de los personajes de este  cuento. Pero las enseñanzas que derivaron de ellas no han ayudado demasiado a que este mundo sea un poco más justo, solidario y con más humanidad.

Humildemente: ¿Probamos con esta versión?

                           

                                                         Trini Recio

No hay comentarios: